Espiritualidad, New-Age - Despertar de la conciencia
Espíritus Anónimos (Blog para 'enfermos espirituales' conscientes de su espiritualidad y enfermedad)

... Empecemos por el “principio”...


Seas quien seas, lo sepas o no, éste es tu camino espiritual… No quiero entrar en polémicas, ni divagar acerca del significado de la palabra “espiritual”; digamos únicamente que el camino espiritual es el camino del espíritu; y tú, ahora, leyendo estas palabras, al considerarte un ser espiritual deberías saber que todos los seres tienen un espíritu, y que cada uno está “caminando” ya su camino (la redundancia es necesaria para recalcar esta obvia observación). El ser lo podrá caminar acostado, vagando, “educándose”, muriendo, asesinando, odiando, etc., etc.; pero, sea como sea, es su camino espiritual.
A menudo me cruzo con personas “espirituales” que no entienden esto… y por eso no sienten “empatía” hacia los seres “no espirituales”… Es entonces cuando tú, al encontrarte con alguien “dormido” te exasperas, o sin ir tan lejos, te molesta un poquitico… ¿Por qué te molesta?

Esta pregunta puede parecer tonta, pero no lo es… Si tú eres un ser conciente de su espiritualidad, ¿Por qué, aún al entender los efectos del ego en nuestras reacciones, te molestas? ¿Por qué?

Para “ilustrar” el punto al que quiero llegar, quiero utilizar un recurso imaginativo; digamos que, “hipotéticamente”, en la espiritualidad hay escalafones:
Unos seres no son concientes de su espiritualidad; otros empiezan a ser concientes pero recién están empezando; otros llevan años recorriendo el camino; y otros saben que el camino es… (bueno esto lo dejo para otra ocasión)… y los “otros” son punto y aparte… Así que digamos que hay 5 peldaños: 1) Los que no saben 2) Los que empiezan a saber 3) Los eruditos 4) Los “Iluminados” 5) Los punto y aparte
¿En qué peldaño estás tú?
Todos quienes no sean “Punto y Aparte” son Espíritus Anónimos.

Si te molesta el grado de espiritualidad de otro ser recién estás empezando el camino. No debería molestarte en absoluto que un ser no esté conciente de su espiritualidad, lo que sí debería ocurrir es que te des cuenta de tu molestia, y que la uses para iluminar tu propio camino. Y, a propósito, cuando te topes con un ser “Peldaño 1” date cuenta que tú, al ser conciente de tu espiritualidad, al ser “Peldaño 2”, deberías ser capaz de “hacer más que él”… y sin embargo, millares de personas aún se preguntan la misma cosa: “¿Por qué lo tengo que hacer yo? Si el errado es él, ¿Por qué no lo hace él?” y la respuesta es simple: Porque no puede; y supuestamente tú sí puedes!!

Los “Peldaño 3” son millones… han leído todo lo que hay por leer, o no han leído, pero “saben por experiencia”; han probado un millón de técnicas y supuestamente saben por qué existe su molestia: “Por el ego”; y sin embargo sienten la molestia, aún sabiendo todo lo que saben, habiéndose “lavado el cerebro” para no dejarse embaucar por su propio ego, sienten la molestia.
Un buen día, y con esto se pasa al siguiente peldaño, el erudito se da cuenta que no es el ego la única causa de la molestia… ¿Y entonces por qué existen todos estos libros diciendo que el enemigo es el Ego? “Porque lo es, y al mismo tiempo, no lo es”, es sólo que si te topaste con el libro de un “sabio”, él sabe que la pregunta indica tu “grado de comprensión”. Lógicamente piensa que si eres un Peldaño 2 debes primero enfrentarte a tu ego, y te habla de ello, piensa que no puedes entender al siguiente “adversario” (y tal vez así sea), pero es por esta razón que tantos Peldaño 3 existen y no “avanzan”; o más bien creen no avanzar y al creerlo no avanzan, ellos se preguntan: ¿Cómo puedo estar iluminado si aún siento molestia? (Y aquí aclaro algo, el ser Iluminado no es El Buda, El Buda es El Punto y Aparte); preguntan: ¿Cómo puedo estar iluminado si aún me aquejan las mismas cosas que a todos los humanos?
La respuesta a esta pregunta te ilumina inmediatamente; y sin embargo, la respuesta a esta pregunta no es sólo verbal, pero ya entenderás cuando sepas la respuesta…



Hoy en día hay un montón de personas “iluminadas” que no son más que eruditos; y al mismo tiempo hay un montón de eruditos que ya podrían estar iluminados… Por eso utilizo el término “iluminación”, aunque le lleve la contraria a-El Buda (tengo la certeza de que no se molestará por eso) porque en estos momentos la palabra Iluminación indica otra cosa, no la Iluminación total.

Entonces… se preguntarán cuál es el objetivo de todo este largo preámbulo… El objetivo es decirles que si no avanzan a otro peldaño es por la misma razón que los Peldaño 1 no son ya Peldaño 2, porque no son conscientes de todo lo que pasa… y todo lo que tienen qué hacer es “estar pendientes” (!)

Aclaro esto: El ego no se destruye, no puede ser destruido… pero sin embargo es el primer adversario… Si ves que tu ego te “controla” pues déjalo, déjalo que te controle, no lo coartes, ¿Cómo puedes mirar la verdadera naturaleza de algo si lo cohíbes? Déjalo ser, que sea lo que quiera, míralo exhaustivamente, él mismo se achicará o se agrandará según le parezca, míralo… Cuando te des cuenta que “existe” sin ti, y que tú “existes” sin él, habrás avanzado un peldaño.

Pero… aquí, siendo un Peldaño 3, seguirás creyendo que aún tienes el mismo adversario, porque sigue “existiendo” y nadie te ha dicho que no había que destruir al adversario… Lo escucharás y recordarás que
「 “existe” sin ti, y que tú “existes” sin él」 pero lo seguirás considerando tu adversario, y actuarás como actúas frente a un oponente, aún sin quererlo… ¿No te parece esto curioso?
Puedes ser un “erudito” estudioso o uno desaplicado; no es el “estudio” lo que te hace un erudito, es el grado de comprensión y aprehensión de lo "existente". Puedes ser un erudito toda tu vida, puedes haber sido un erudito durante muchas vidas, y puedes ser un erudito por un tiempo aparentemente corto:
“Gnothi Seauton" (Conocéte a ti mismo) es la clave para entender al adversario del Peldaño 3, con todo lo que implique… y no hay manera de preveer qué implica ni cómo puede ser resuelto, ya que somos aparentemente distintos. Conocerse a uno mismo es dejarse ser lo que uno es (igual que con el ego), dejarse ser y mirarse exhaustivamente; tú mismo te achicarás o agrandarás según te parezca, mírate…
Si por ejemplo eres un ser sumamente “racional”, pues piensa, piensa, piensa, piensa todo lo que quieras; aquello que te dice que tu pensamiento debe ser detenido es tu ego, y ya aprendimos qué hacer con él; entonces piensa, si lo que tú crees que eres tú quiere pensar, déjalo pensar, siéntate y escúchalo pensar; si quiere ser retado, rétalo, pregúntale cosas, exígele que te explique todo, cómo funciona el universo, si es tan poderoso y si gobierna tu mente, pues dile que ¡Listo!, que lo aceptas, que ya no buscarás más a “Dios”, que de ahora en adelante él resolverá tus preguntas… Díselo, pregúntale, escúchalo, rézale, agradécele, trátalo como a Dios… Tu pensamiento admitirá que no es Dios; que no lo sabe todo.

Esta “conducta” se aplica a todo lo que consideres que eres tú… cada cosa, cada “obstáculo” trátalo como a Dios, sucumbe a él como un pupilo fervoroso, no pelees (quién pelea es el ego), deja que todo lo que tú crees que eres tú, sea, y mira… complace los deseos de tus adversarios, ellos mismos sabrán (y tú también) que no saben qué quieren, no saben qué son, no saben nada…
Pero… y vuelvo a una parte del preámbulo, cuando hayas “terminado” recuerda resolver estas preguntas: ¿Cómo puedo estar iluminado si aún siento molestia? ¿Cómo puedo estar iluminado si aún me aquejan las mismas cosas que a todos los humanos?



Te iluminas cuando te enfrentas a un nuevo adversario: Tu cuerpo y tu Percepción. Sientes molestia y te aqueja lo que te aqueja porque tienes un cuerpo y porque aunque hayas abordado a tu mente se te ha pasado un gran detalle por alto: Tu percepción. Por más que creas vivir en el presente, todo lo que ves, lo reconoces porque tu mente va al pasado. O sea que, aunque has dejado tanto atrás, aún una parte de ti vive en el pasado: Tu cuerpo lo hace. Tu Percepción lo hace. Tu cuerpo crea tu exacta huella dactilar si es borrada; tu cuerpo sabe que tus ojos son negros y no cafés, y el computador en frente tuyo es reconocido como un computador.
Así que si has “abordado” tu ego, has abordado tu pensamiento, tu “mente”, y todo, todo lo que se te haya cruzado en el Camino, ¿Por qué aún sientes molestia? Tu cuerpo debe ser reseteado para que dejes de sentir molestia. Tu percepción debe ser reseteada para que dejes de sentir molestia.



¿Qué tan molestos son ahora los seres que no son concientes de su espiritualidad?

Anda y sumérgete en la pregunta…


“Ojos que no ven, corazón que no siente”
(La historia de un Espíritu Anónimo en el Terremoto de Tōhoku de 2011)


Parte 1

A principios de año mi esposo y yo nos fuimos de paseo a visitar Hiroshima. Por lo general me hubiera rehusado a visitar un lugar así, pero por alguna extraña razón accedí… La lección que aprendí ese día, fue accesible a mí de nuevo pocos meses después, y no hubiera tenido el sentido que tuvo sin haber realizado el viaje de principio de año a Hiroshima; por supuesto me refiero al famoso megaterremoto de Japón que ocurrió el 11 de marzo, y no, no estuve directamente afectada por él ya que no vivo en Sendai ni en Fukushima, pero en el área donde vivo se sintió fuertemente, mucho más fuerte que en Tokyo.

Entonces retomo a Hiroshima: Para mi esposo el Parque Conmemorativo de la Paz resultó siendo el recordatorio de la maldad que se cierne sobre la raza humana, sobre la inescrupulosa burocracia que nos gobierna y sobre nuestro “poder” destructivo; para mí fue diferente, sólo pensaba qué tan fácilmente podía desgarrarse nuestra piel, y cómo, en una de las situaciones más inconcebibles del mundo, muchos de estos seres continuaron viviendo, transmutando, sin saberlo, aire tóxico en simple aire, gracias al ímpetu de la vida. También pensé en cómo podía cambiar todo en un instante, cómo de repente uno podía no reconocer su rostro en un espejo, ni a sus hijos, ni a su casa ni a su ciudad, ni a su país ni a su planeta.

En mi opinión la más bella lección sobre Hiroshima es transmitida por medio de las “Plantas Fénix”, que son exactamente eso, plantas, que al momento de recibir la impactante fuerza de la Bomba-A de 13 kilotones, Little Boy, fueron parcialmente quemadas o arrasadas, pero que luego renacieron de las cenizas. Estas plantas fueron la primera señal de esperanza para el pueblo japonés sobreviviente, porque en aquella época, cuando se desconocía tanto sobre las armas nucleares (igual que ahora, digan lo que digan), pensaban que no iba a retoñar nada en ese suelo al menos durante los próximos setenta años… No fue así, como todos sabemos, y las Plantas Fénix fueron los primeros indicios de que la vida continuaba, al salir de nuevo sus primeras hojas.
Al salir del museo hay una lista donde: uno ingresa su nombre, nacionalidad e “impresiones personales”. Yo escribí: “La fragilidad de la vida… La fuerza de la vida”.



66 años después, Hiroshima es una gran ciudad, y fuera del Parque Conmemorativo de la Paz, te das cuenta que la gente elige “hacerse la que olvida” (a veces porque no queda, aparentemente, más remedio).



El viernes 11 de marzo yo estaba frente al computador cuando empezó a temblar. Anteriormente, cada vez que temblaba, yo sólo miraba hacia arriba y alrededor y esperaba no más de 10 segundos a que el movimiento se detuviera –tal vez menos-; casi siempre llega primero el sonido y luego la vibración que rápidamente se detiene… Anteriormente nunca llegué a pararme siquiera de mi silla, y durante los temblores me sentía como cuando paso un puente a pie o en carro, resguardada por La Tierra; a menudo mi “mente” suele superponer imágenes a ciertas situaciones, y cuando paso por un puente y mi estómago se convulsiona ligeramente, veo el escenario desde arriba, muy arriba, y alcanzo a ver el puente reposando en las piernas de una calmada mujer, y siento-pienso que ella me está cuidando… pero en esta ocasión, como ya todos sabemos, más de 10 segundos pasaron y el temblor no disminuyó. Para entonces mi papá ya estaba listo para salir: “__________, ¿Qué está haciendo? ¡Salga!” –me dijo- y escuché la puerta cerrarse mientras todo el apartamento retumbaba; algunas cosas se empezaron a caer al piso; apagué el computador y miré alrededor en busca de mi gato: Él estaba sobre la almohada de la cama durmiendo y no alcanzó a hacer mucho más que mover la cabeza; entonces lo levanté y miré mi habitación en busca de un buen lugar para protegerme ¡Y entonces me di cuenta que no había uno! Ningún mueble suficientemente fuerte, ninguna cama suficientemente alta para resguardarnos debajo; ninguna esquina libre o sin puertas y/o ventanas cercanas… y continuaba temblando… Salí del cuarto y la casa se movía para un lado y otro, era como estar dentro de una pequeña caja bamboleándose para lado y lado, y de algún modo, me puse unos tenis, cogí mi celular, las llaves de la casa, monedas de 10 yenes y con mi gato en brazos salí sólo para encontrar la puerta de entrada del conjunto cerrada; entonces el temblor ya estaba bajando de intensidad y escuchaba a personas hablando afuera… Mi papá entonces apareció y al cabo de unos segundos descubrió cómo abrir la puerta ya que se aseguraba por fuera (un mes después descubrí cómo abrirla estando adentro)…
Entramos al apartamento de nuevo y cada uno fue a buscar lo que consideró necesario… Luego salimos al parqueadero, nos ubicamos en el medio donde no había peligro de que nos cayera nada encima. Mi papá y yo fumando como chimeneas, nos paramos uno al lado del otro separados por una distancia de un metro aproximadamente. Tres de nuestras vecinas se ubicaron frente a nosotros y se pegaron unas a otras; se reían nerviosamente y nos miraban amablemente. Todos sabíamos que semejante temblor tendría fuertes réplicas.
No pasó mucho tiempo cuando nos sorprendió el segundo temblor… ¡Fuerte! ¡Impresionante! ¡Y diferente! (Según lo que yo averigüé el epicentro de este segundo temblor fue en el mar cerca a Fukushima -puedo estar equivocada-) El primero fue un movimiento de lado a lado sobre una vibración constante; el segundo se sacudía de arriba hacia abajo, bruscamente, literalmente uno sentía que no tenía los pies sobre la tierra; se veían los edificios y los carros saltar, y el sonido bajo mis pies era tal que no podía sino pensar que en cualquier momento se iba a rajar la tierra (observen fotografías del estado de la autopista Jōban Expressway que nace muy cerca de donde vivo).

No sé cuántos temblores ocurrieron; sé con certeza que los dos primeros fueron los más fuertes; luego, tal vez, tembló fuertemente 4 ó 5 veces… Cada una de las veces primero se escuchaba el “rumor”, la onda que viene desplazándose desde su epicentro…
No sé si sería así para los demás, pero cuando escuchaba el rumor mi cuerpo se ponía alerta, se acallaba mi mente. Creo que fue durante el cuarto temblor cuando me pregunté si estaba lista para morir, y me sorprendió la calma que me brindó esta pregunta, porque me respondí que sí reconociéndome como un pequeño organismo en esta Tierra; en fragmentos de segundos pensé millones de cosas sin pensarlas o sin darles palabras; como la idea antes de ser expresada; es un sentimiento tal vez, un sentimiento-certeza que una parte de ti comprende cabalmente… Supe que si debía morir, moriría; supe que la parte de mí que no quería morir porque no era lo suficientemente fuerte para enfrentar “la muerte” era extrañamente pequeña en comparación con aquella parte de mí que sabia que ya alguna vez había muerto; supe que ya era tanto vida como muerte; me reconocí como un peón y como un dios, de la manera más humilde que puedan imaginarse… supe que todos éramos peones y dioses, y que quien muriera, nacería; y que quien sobreviviera, moriría… Supe que éramos uno… Supe que toda esta energía liberada por la tierra era destructiva-creadora, y que no podía hacer más sino acallarme y aceptar mi destino fuera cual fuera… Recordé qué significa tener control y qué significa abandonarse; recordé cómo en estos instantes se tiene control sobre lo que se puede tener control, y se abandona a lo que hay que abandonarse, y así aquella parte de uno que sabe lo que hace, emerge y de alguna manera te sorprende tu actitud. (Dicen que en estos momentos se conoce lo mejor y lo peor de cada persona -Estoy totalmente de acuerdo-).

Entre el segundo y el tercer temblor cayó una llovizna rara… como si nos hubieran salpicado con aceite arenoso, pero claro la cadena de eventos no dejaba que uno reparara en este tipo de cosas exactamente cuando pasaban (Luego deducimos que esto pasó durante el tsunami).

Cuarto temblor… Quinto… Sexto… ¿? Y el señor del correo llegó en su moto a dejar correspondencia en el conjunto de apartamentos contiguo; otro señor pasó caminando con su niña pequeña… Mis vecinas japonesas salían y entraban de sus apartamentos, primero con otra chaqueta, luego con el bolso, después con las llaves del carro; por último reubicaron sus automóviles frente a la salida; sin embargo, fue una medida de precaución porque nunca llegaron a irse; estuvieron siempre calmadas, sin gritos ni nada por el estilo… Cuando ya se sentían más suaves las réplicas hablamos con una de ellas, me sorprendió mucho la manera en que nos sonrió, como calmándonos y calmándose con su sonrisa. Mi gato estaba asustado con tanto ruido, mientras lo abrazaba durante cada temblor sentía su corazón latir tan fuerte como el mío, y sin embargo no me enterró las uñas ni se desesperó por huir –por lo menos no durante- pero cuando mis vecinas reubicaron sus carros supe que quería irse de inmediato de ese lugar… En cuanto a otros animales no supe nada, salvo de los cuervos que siempre sobrevuelan mi manzana: Croaban en manada, y creo que después se fueron porque no los escuché más…
Me tomó un poco más de media hora (al “disminuir” los temblores) convencer a mi papá de que era seguro entrar al apartamento; en dos ocasiones cuando estaba dispuesto a hacerme caso, comenzaba a temblar de nuevo, y él se sentía simplemente más seguro estando afuera. Durante muchos minutos desistí de entrar a casa y me senté junto a mi papá mientras mi gato caminaba alrededor con su cola baja olfateando todo; disfruté entonces de un inusual silencio y calma interior… mi mente estaba en stand-by; mi cuerpo seguramente estaba atiborrado de dopamina; por instantes veía “el mundo” como un escenario fantasmagórico, totalmente ilusorio; y por picosegundos me asaltaban mezclas intensas de emociones (alegría, miedo, tristeza, pánico, plenitud); no sucumbí a ninguna de ellas.

Cuando por fin entramos de nuevo al apartamento miramos qué se había caído, si algo se había roto; nuestro apartamento no tenía ni tiene muchas cosas colgando o en lugares altos, así que no pasó casi nada, la mayoría de cosas que se cayeron eran de madera, plástico, etc., sólo se rompió un pocillo; sin embargo no crean que esto significa que fue suave, creo que más bien fuimos muy afortunados; la mayor parte de nuestros amigos encontraron todas las cosas en el piso –entre más cosas tengas, y entre más alto las coloques, más cosas se caen y se rompen– de todos modos, días después, a raíz de las numerosas réplicas, una parte del techo de la cocina se empezó a curvar y tuvimos que mandarlo a reparar.
Revisamos todo el apartamento: No había gas; salía sólo un hilo de agua de la llave; el teléfono no funcionaba; el celular estaba muerto (ni llamadas ni mensajes), pero ¡Había luz! (también afortunados). Encendimos la televisión para ubicar el epicentro del terremoto y entonces vimos las imágenes del tsunami y comprendimos la magnitud de lo que había ocurrido. Por supuesto como todo buen extranjero que no sabe japonés, observa, deduce por imágenes, y medio trata de entender alguna palabra… Yo veía casi toda la costa pacífica de Japón bordeada de rojo, con numerosas “x” en el mar, y un japonés hablando y hablando… y entre tantas imágenes que mostraban no sabíamos bien qué pasaba…
Al cabo de un rato tratamos de comunicarnos con familiares y amigos, pero las líneas telefónicas no servían… Mi esposo me mandó un correo electrónico al celular que decía “Ya voy para la casa, estoy manejando” y entonces miré si a mí también me funcionaba Internet, y sí; me reporté en ___________ para dejarles saber a mis familiares y amigos que estaba bien; logré comunicarme con algunos amigos de Japón y me senté con mi papá y mi gato a esperar que llegaran mi esposo y mi mamá.

Alrededor de una hora después llegó mi mamá, obviamente agitada y hablando hasta por los codos… Nos contó que en el trabajo de ella, después del primer temblor, los mandaron a seguir trabajando (¡Tan irresponsables!), pero ya en el segundo empezó a gotear agua del techo y los mandaron a salir a un área común.
La mitad de los trabajadores eran japoneses; la otra mitad, latinos; y sí, entre latinos se tiende más a desesperarse; sin embargo, la gente ayudó a quien pudo, aplacó temores y se dispuso a volver a casa…
Mi mamá cuenta que ella se asustó pero que no tuvo tiempo de desesperarse, ayudó a una amiga del trabajo que estaba llorando muy asustada; me cuenta que sentía que las piernas le temblaban sin parar; cuando se sintió más calmada se arregló y simplemente empezó a manejar; pasó por una calle principal agrietada en cruz, (que ahora mismo, dos meses después, aún está en reparación) el cúmulo de carros era inmenso, comparado con el usual poco tránsito del área, pero nada de pitos ni desesperación. Le tomó hora y media regresar, cuando usualmente se demora media hora.

Mi esposo llegó mucho después… la ciudad donde él trabaja es más transitada que ésta, por ende también había mucho tráfico… No había luz, no había un sólo semáforo funcionando, pero la gente cedía el paso, y se trenzaban organizadamente en ramajes que convergían en una sola avenida, todo esto sin ayuda siquiera de un oficial de tránsito; por sentido común toda persona sabía que en ese momento la policía, los bomberos y las ambulancias tenían otras prioridades.

Dentro de Hitachi, donde trabaja mi esposo, los temblores se sintieron fuerte, y obviamente el sonido debió haber sido mucho peor que el que yo escuché, ya que hay hierro y metal por todos lados (después, durante una réplica, él me explicó que aunque el sonido había sido peor, dentro de estas construcciones antisísmicas los temblores se sienten mucho más). Durante el primer temblor él y un japonés aseguraron unos carros con ruedas llamados “Daisha” para que no rodaran y no hubieran accidentes; luego los líderes revisaron que no hubiera nadie herido y los llevaron a un área al aire libre para hacer un conteo de personal.
Aprovecho para contar qué pasó en Hitachi en semanas posteriores porque después probablemente no tendré oportunidad: Mi esposo no trabajó durante dos semanas, Hitachi tenía puertos en el norte de Japón que habían sido destruidos por el tsunami, así que no podían transportar mercancía fuera de Japón a los países destino, y varias órdenes que estaban listas para salir estaban totalmente dañadas.
El gobierno japonés cubrió el 50% del salario de los empleados de grandes empresas durante el tiempo en que se vieron forzadas a suspender totalmente sus actividades. Este tipo de medidas es sumamente importante. Si las personas no reciben sus salarios, no pueden comprar nada; si no compran nada, todos los negocios se perjudican. Este tipo de “ayuda” es en realidad, en momentos de gran crisis, necesaria, porque mantiene la economía no afectada en movimiento. Deben tener en cuenta que Parar una ciudad como Tokyo sólo durante un día representa una pérdida económica inmensa, y la capital fue afectada, al menos parcialmente, durante varios días. Si a esto se le suma un número de personas sin salario, se tiene otro problema adicional.
Volviendo a Hitachi, la primera semana revisaron y revisaron cada cosa. Desde Fukushima estaban transportando alguna mercancía que necesitaba ser revisada; mi esposo me contaba que un compañero había visto una retroexcavadora llena de barro y peces muertos adentro; y bueno para resumir un poco, al mes del terremoto, el día de la fuerte réplica mi esposo vio una viga que pesaba toneladas apunto de desprenderse de su soporte del suelo; me cuenta que se quitó porque estaba justo debajo y que pensó que no iba a alcanzar a hacerlo.

Durante una semana una niña de aproximadamente 9 años anduvo conmigo para arriba y para abajo; aprendí inmensas cosas al lado de ella. La niña es una latina nacida en Japón (obviamente habla japonés y estudia en colegio japonés) y la narración de su experiencia durante el terremoto me había sorprendido: ¡Me había dicho que no se había asustado! Luego me pidió que la acompaña al baño, luego a otro lado, luego a otro lado, y a la hora de quedarse sola, a pesar de no dar explicaciones, se veía en su rostro una preocupación inmensa. Entendí entonces que tenía miedo de estar sola porque durante el terremoto estuvo sola, estuvo precisamente en el baño del colegio; no sé por que razón no le contaba a su mamá qué le pasaba, pero me di cuenta que aunque tuviera miedo trataba de no molestarla… Jugaba como todo niño, se reía, hacía mil bromas; pero al momento de sentir una réplica se sumergía en el silencio para escuchar su entorno. Ella me contó todo lo que pensaba cuando escuchaba a las personas hablar; me decía que en colegio le decían que se iban a morir; que toda la comida estaba mala… no lo decía en tono de mártir, sólo en el mismo tono en el que me contaba cualquier otra cosa; yo traté de explicarle lo que pude, pero ese día entendí el efecto de las noticias escandalosas y los chismes desmedidos en el mundo de un niño.



Recuerdo que el 11 de marzo fue un día muy largo, la noche fue eterna… parecía que las réplicas ocurrían cada 10 minutos, y el apartamento no dejaba de moverse (Debido al tipo de construcción antisísmica -el vaivén previene rupturas-); cuando los vecinos caminaban en el piso de arriba, el apartamento se sacudía; cuando un helicóptero pasaba todo el apartamento se sacudía (y pasaron muchos durante varios días); por otro lado, las réplicas eran fuertes; el televisor emitía imágenes desastrosas, interrumpidas por reportes de réplicas… Sin embargo toda mi familia estaba junto a mí; y aunque mi cuerpo no se calmaba del todo, una parte de mí estaba profundamente agradecida.
Mi esposo me preguntó si ya le había pedido a “mis dioses” que no nos pasara nada malo y le dije que no, que no podía: Cuando salí a “hablar” no pude articular palabra; no “recé” por el bienestar de mi familia, amigos o japoneses; tenía la certeza de que El Universo estaba haciendo lo que debía hacer para equilibrarse; no pude pedir nada porque sabía que estos eventos eran una respuesta a algo mucho más importante… Sin embargo, ofrecí mi más profundo agradecimiento.

Al cabo de unas horas –me imagino– el efecto de la adrenalina y la dopamina disminuyó en mi organismo, lo supe cuando escuché a mi mente “despertar” con sus mil quinientas alarmas… Me parece que a mi papá le ocurrió algo parecido, porque su habitual parloteo era casi mínimo; creo que para él fue un shock tremendo toda la experiencia, por lo general siempre lo asustaba hasta el más pequeño temblor, siempre salía solo al parqueadero… El 11 de marzo después de entrar no volvimos a salir; se reportaron más de 100 réplicas y mi papá asistió obligatoriamente al curso intensivo “No salir corriendo a la calle en caso de terremoto” (Después de semejante susto me instruí sobre qué hacer en caso de terremoto).

Alrededor de las doce de la noche mi gato por fin decidió salir a patrullar normalmente, fue quien más rápido se “recobró” de todo el asunto. Mis papás se acostaron a dormir supuestamente, pero cada réplica los despertaba… Mi papá vomitó dos veces.
Mi esposo cayó profundo más o menos a las 4 de la mañana y yo pude dormirme una hora después, aún con el corazón latiendo a toda prisa.

(Continuará)




Espíritus Anónimos (Blog para 'enfermos espirituales' conscientes de su espiritualidad y enfermedad) (Espiritualidad, New-Age - Despertar de la conciencia)    -    Autor : Espíritu Anónimo - Japón


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última modificación : 2011-05-24

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